miércoles, 13 de mayo de 2009

ENSAYO SOBRE LA PROPAGANDA

UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL

ENSAYO SOBRE LA PROPAGANDA

MAYRA BUSTAMANTE JARA

La propaganda es una tentativa para ejercer influencia en la opinión y en la conducta de la sociedad, de manera que las personas adopten una opinión y una conducta determinadas.1

" la propaganda es el lenguaje destinado a la masa. Emplea palabras u otros símbolos a los cuales sirven como vehículo la radio, la prensa y la cinematografía. La finalidad del propagandista es ejercer influencia en la actitud de las masas en puntos que están sometidos a la propaganda y que son objeto de opinión “.

La propaganda puede compararse con la publicidad en cuanto tiende a crear, transformar o confirmar opiniones y usa algunos de los medios propios de ésta; pero se distingue de ella porque persigue un fin político y no comercial. Las necesidades o las preferencias que suscita la publicidad están enderezadas a un producto particular, mientras que la propaganda sugiere o impone creencias o reflejos que a menudo modifican el comportamiento, el psiquismo y aun las convicciones religiosas o filosóficas. La propaganda por consiguiente, influye en la actitud fundamental del ser humano. En este sentido puede comparársela con la educación.2

La propaganda política es uno de los fenómenos dominantes en la primera mitad del siglo xx. Sin ella serían inconcebibles las grandes conmociones de nuestra época, la revolución comunista y el fascismo. Fue en gran parte gracias a ella que Lenin pudo establecer el bolchevismo; y esencialmente a ella Hitler debió sus victorias, desde la toma del poder hasta la invasión del 40.

Los dos hombres que han marcado más profundamente, aunque de manera muy distinta, nuestra reciente historia son, antes que hombres de estado y jefes militares, dos genios de la propaganda que proclamaron la supremacía de esta arma moderna. "Lo principal, dijo Lenin, es la agitación y la propaganda en todas las capas del pueblo”. Hitler, por su parte, afirmó; "La propaganda nos permitió conservar el poder y nos dará la posibilidad de conquistar el mundo".3

Durante la Segunda Guerra Mundial la propaganda acompañó siempre a los ejércitos y con frecuencia los precedió.

Ciertamente, desde que hay rivalidades políticas, es decir, desde el principio del mundo, la propaganda existe y desempeña su papel.

Consciente de los procedimientos que hacen admirar a los jefes y divinizar a los grandes hombres, había comprendido perfectamente que un gobierno debe preocuparse, ante todo, por obtener el asentimiento de la opinión pública.Para ser justo no basta con hacer el bien; es necesario, además, que los gobernados estén convencidos de ello. La fuerza se funda en la opinión. ¿Qué es el gobierno? Cuando le falta la opinión, nada."

En todos los tiempos los políticos, los hombres de Estado y los dictadores han tratado de lograr la adhesión a su persona y a su sistema de gobierno es para esto se utiliza a la propaganda política

El escrito, la palabra y la imagen, tales son los sostenes permanentes de la propaganda .Pero su empleo estaba limitado: en el caso del escrito, el más potente vehículo de propaganda, por lo caro de su precio y la lentitud de su distribución; en el de la palabra, por el alcance de la voz humana; y en el de la imagen se reducía a los dibujos o pinturas reproducidos por procedimientos costosos. Ahora bien; los descubrimientos dan a esos tres sostenes un alcance prácticamente ilimitado4

1. Alcance del escrito impreso. Los ideólogos del siglo XVIII usaron libelos, libros (y aun una enciclopedia) para una propaganda revolucionaria de efecto seguro, pero el precio del libro lo hacía objeto de lujo reservado a una élite y los plazos de impresión retrasaban forzosamente la actualidad de folletos o panfletos menos costosos. [El vehículo de propaganda mejor adaptado era el diario. Ya Hegel decía que la 'lectura del diario es la plegaría matutina del hombre moderno". Los diarios de opinión aparecieron con la Revolución Francesa y desempeñaron en ella un papel activo. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX los diarios fueron muy caros y estuvieron reservados a una élite. Se difundían sobre todo por suscripciones y éstas eran un signo de riqueza. El diario costaba 5 centavos cuando la jornada de trabajo se pagaba 30 centavos.

El diario moderno debe su existencia a los siguientes factores:

a) Invención de la rotativa, lo que aumentó la tirada y disminuyó el precio.

b) Utilización de la publicidad, lo que aportó nuevos recursos.

c) Rapidez en la distribución (el ferrocarril, el automóvil y el avión, permitieron transportar los ejemplares a todas partes en un tiempo mínimo.

d) Rapidez en la información (el telégrafo remplazó a la paloma mensajera; se constituyeron grandes agencias de información).

Así se creó la prensa moderna, cuyo bajo precio y presentación la hacen un instrumento popular y una potencia de opinión formidable.

La radiofonía ha liberado definitivamente a la palabra de toda limitación. Una voz puede ser transmitida simultáneamente a todos los puntos del mundo. El aumento constante de radioemisoras tiende a devolver a la palabra hablada el predominio que en un momento había perdido frente a la palabra impresa. Sin la radio, ni Hitler ni el general De Gaulle hubieran desempeñado el papel histórico que les cupo.

Durante mucho tiempo la propaganda y la publicidad marcharon tomadas de la mano; su evolución fue paralela.

Al mismo tiempo, la publicidad tiende a convertirse en una ciencia; sus resultados son controlados y prueban su eficacia. La plasticidad del hombre moderno se pone así en evidencia: difícilmente escapa a un cierto grado de obsesión y a ciertos procedimientos de atracción. Es posible guiarlo hacía tal producto o tal marca, y no solo imponerle ese producto en lugar de otro, sino crearle su necesidad. Formidable descubrimiento que será decisivo para los ingenieros modernos de la propaganda: el hombre medio es un ser esencialmente influenciable; ha llegado a ser posible sugerirle opiniones que tendrá como suyas; "cambiarle las ideas" literalmente. Y lo que es posible en materia comercial, ¿por qué no ensayarlo en el campo político?5

La propaganda de tipo publicitario se limita a campañas más o menos espaciadas, de las cuales el caso típico es la campaña electoral. Se trata entonces de destacar ciertas ideas y ciertos hombres con procedimientos bien delimitados; expresión normal de la actividad política.

Los Propagandistas y los Agitadores

Para trabajar el ambiente, con el objeto de propagar en él revelaciones y voces de orden, el bolcheviquismo distingue dos clases de agentes: los propagandistas y los agitadores. El autor de esta, distinción famosa fue Plejanov, quien dijo: "El propagandista inculca muchas ideas a una sola persona o a una muy pequeña cantidad de ellas; el agitador inculca solo una idea o una pequeña cantidad de ellas, pero, en cambio, las inculca a toda una masa de personas." En un comentario a esta definición8, Lenin dice que el agitador, partiendo de una injusticia concreta engendrada por la contradicción del régimen capitalista, "se esforzará por suscitar el descontento y la indignación en la masa por esta injusticia irritante, dejando al propagandista la tarea de dar una explicación completa de esta contradicción"'. Es por esto que el propagandista actúa principalmente por escrito y el agitador de viva voz".Por otra parte, la propaganda no es posible sin un aporte constante de información.6

LENIN Y HITLER.

La aportación de Hitler y Goebbels a la propaganda moderna es enorme. no la inventaron, pero la transformaron,Sin embargo, una gran parte de la técnica y de los procedimientos que fueron innovaciones del nazismo en materia de propaganda, subsisten al margen del clima de delirio y de odio en que prosperaron, y nada puede impedir que pertenezcan desde entonces al arsenal de la propaganda política.7

Media un abismo entre las concepciones leninista e hitlerista de la propaganda. En la perspectiva leninista la propaganda es la traducción de la táctica, pero las metas que propone, a pesar de ser fines tácticos, no dejan de ser las realmente perseguidas. Cuando Lenin dice Tierra y Paz, lo hace porque se trata realmente de distribuir la tierra y de firmar la paz; cuando Thorez proclama Mano tendida a los católicos, se trata realmente de acordar una alianza con los católicos, aun cuando este entendimiento sea solo una etapa provisional en la conquista del poder. Pero cuando Goebbels, después de haber predicado un racismo anticristiano, proclama que el pueblo alemán hace la guerra "en defensa de la civilización cristiana", demuestra que esta afirmación no tiene para él ninguna realidad concreta; es solo una fórmula oportuna destinada a movilizar nuevas masas. El hitlerismo corrompió la concepción leninista de la propaganda. Hizo de ella un arma en sí, de la que se sirvió indiferentemente para todos sus fines. Las voces de orden leninistas tienen una base racional, aun cuando, en definitiva, se relacionen con los instintos y los mitos fundamentales.

Cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la sangre y la raza a una multitud fanatizada que le respondía con los SiegHeil, solo le preocupaba sobreexcitar, en lo más profundo de esa masa, el odio y el ansia de poda1. Esta propaganda carece de objetivos concretos; se dispersa en gritos de guerra, imprecaciones, amenazas, profecías vagas, y si es necesario hacer promesas, éstas son tan descabelladas que no pueden ser admitidas por el ser humano, sino cuando en él la exaltación ha llegado a un punto que le hace responder sin reflexionar. Sería preciso hacer la historia de las variaciones sucesivas que experimentaron los temas de la propaganda hitleriana durante la última guerra, desde la conquista del espacio vital hasta la defensa del pueblo, pasando por la nueva Europa y la salvaguardia de los valores cristianos.8

A partir de entonces la propaganda deja de estar ligada a una progresión táctica para convertirse en una táctica en sí un arte particular con sus leyes propias, tan utilizable como la diplomacia o los ejércitos. Si se la considera en razón de su fuerza intrínseca, es una verdadera "artillería psicológica" en la que se emplea todo aquello que tenga valor de choque, y en la que, finalmente, con tal que la palabra cause efecto, la idea ya no cuenta.

Hitler, por su parte, descubrió que la masa, al coagularse, cobra un carácter más sentimental, más femenino. "En su gran mayoría dijo el pueblo se encuentra en una disposición de ánimo y un espíritu a tal punto femeninos, que sus opiniones y sus actos son determinados mucho más por la impresión producida en sus sentidos que por la pura reflexión". Ésta es la razón del éxito de la propaganda nazi en la masa alemana; el predominio de la imagen frente a la explicación, de lo sensible brutal frente a lo racional.9

La propaganda hitleriana echa sus raíces en las zonas más. oscuras del inconsciente colectivo, exaltando la pureza de la sangre, los instintos elementales de crimen y de destrucción, remontándose, mediante la cruz gamada, hasta la más antigua mitología solar; por otra, utiliza sucesivamente temas diversos, y aun contradictorios, con la sola preocupación de orientar a las muchedumbres en la perspectiva del momento.

La confirmación de las experiencias de Pavlov es, por lo tanto, evidente. Pero en este mismo sentido del estímulo continuo se estableció una suerte de alternancia regular: al azúcar se agregaba el látigo. Cuando el enemigo parece renuente, se lo acaricia; después, cuando recobra la respiración, se lo amenaza de nuevo... Fue así como, inmediatamente después de Munich, cuando la opinión mundial creyó que podía darse un respiro. Hitler pronunció dos de sus más violentos discursos. Los oyentes y los interlocutores advirtieron siempre la habilidad con que alternaba la seducción y la brutalidad, lo que se ha llamado su Gesprachstechnik, un arte de la conversación que, por otra parte, ya a Napoleón no le era desconocido.10

Entonces, si en lugar de repetir el estímulo se crea una alternancia en la excitación, se obtiene, en vez de la simple inhibición, ese estado psíquico ambiguo e inestable que P. Janet describió en su libro De l'Angoisse a I'Extase. Fue lo que Chajotin expreso en la perspectiva que le es propia: "Una vez liberado, el espíritu de lucha puede manifestarse de dos maneras antagónicas: una, negativa o pasiva, que se exterioriza por el miedo y las actitudes de depresión, de inhibición: otra positiva, que lleva a la exaltación, a un estado de excitación y de agresividad. La excitación puede llevar al éxtasis, a un estado que, como su nombre lo indica, es una forma de escape de si mismo." Y es precisamente ése el estado del alemán sometido a la propaganda hitleriana, preso, al mismo tiempo, de exaltación y de angustia que muy bien pueden haber llegado al subconsciente. A muchos observadores impresionó el aspecto que tomaban ciertos individuos, como petrificados en la actitud ausente y rígida del sonámbulo, durante un discurso de Hitler. Y fue así, en efecto, tocando sucesivamente los dos polos de la vida nerviosa el terror y la exaltación cómo los nazis terminaron por disponer del sistema nervioso de las grandes masas, tanto en Alemania como fuera de ella. Esto se relaciona, por último, con un mismo estado psicológico ambivalente que comprende todos los grados, desde el miedo hasta el entusiasmo.

Es cierto que entre los hombres que siguieron a Hitler hasta el fin y murieron por él hubo muchos que lo odiaron; pero el procedimiento y el ritmo mismo de su propaganda los había hipnotizado literalmente y arrancado de sí mismos. Estaban condicionados hasta la médula y habían perdido la capacidad de comprensión y de odio. A decir verdad, no lo amaban ni lo detestaban; estaban fascinados por él y, en sus manos, se habían convertido en autómatas.

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